Dentro de Génova, como en sus afueras, casi todas las casas están pintadas de fuertes y variados colores; las unas de rojo, las otras de verde; estas de azul, aquellas de amarillo. Las portadas que más abundan son las platerescas y las salomónicas. En muchas fachadas se ven además extensos frescos, colosales estatuas de los antiguos señores que allí moraron , ó abultadas cariátides que exhiben su desnudez á los transeúntes. También hay muchos Jardines; y, como en Granada, se ven árboles y flores encima de los balcones y azoteas y hasta en los tejados. — Esto último depende de una ilusión óptica, y consiste en la disposición de la ciudad, escalonada sobre los erguidos montes.
La proximidad de Carrara se revela en la profusión con que se ha empleado en Génova el más rico mármol blanco. — Encima del Muelle hay una gran Muralla de doce metros de espesor , de la que pudiera decirse que lo que allí se ha construido es una cantera de precioso mármol. — Dudo que exista en el mundo una muralla tan lujosa y bella. Su plataforma sirve de paseo público. Desde aquel extenso balcón se domina todo el Puerto , y se tienen casi al alcance de la mano los millares de buques surtos en él.
Génova ha recobrado su antigua importancia marítima desde que se unió al Píamente en 1814. El camino de hierro la ha hecho el Puerto de Turin.
La calle más notable de la ciudad es la Strada Nuova , formada por dos hileras de magníficos Palacios, debidos casi todos al célebre arquitecto Galeazzo Alessi , el restaurador de Génova. — La Strada Nuova es en Génova lo que el Canal Grande en Venecia.
En medio de esta suntuosa calle se encuentra el Municipio , antiguo Palacio Doria , uno de los muchos que esta ilustre familia levantó en su ciudad natal. — En el portal del Municipio hay varios frescos, que antes adornaban el Palacio Grimaldi. Entre ellos ha llamado vivamente mí atención uno que representa la Llegada de don Juan de Austria á Génova... (creo que después de la batalla de Lepanto), y la obsequiosa recepción que le hacen el dux Grimaldi y el Consejo de la República.
Arriba, en el Salón de Sesiones del que nosotros llamaríamos Ayuntamiento , he visto , con la emoción que podreis imaginaros , un Busto de Cristóbal Colon , levantado en frente de la Presidencia. En el basamento que sostiene el Busto hay una puertecilla de plata sobredorada, que se abre con tres llaves. Allí se conservan tres cartas en español, escritas por el descubridor de América, y el original de los Privilegios dados al mismo por los Reyes Católicos. En él he visto las firmas de Isabel y Fernando y el Escudo de armas de Colon , tal vez el primero que se dibujó para la ilustre familia que principiaba en él. En uno de los cuarteles hay un grotesco y numeroso Archipiélago y luego una costa de Tierra Firme... - ¡Sí, sí! ¡Eso fue, ingratos y celosos reyes! ¡Tales eran sus conquistas!... ¡Todo un mundo! — ¡Y ese mundo no llevó su nombre; y esos privilegios