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DE MADRID A NAPOLES

una gran capital, en fin, quo recuerda á Milán, ó más bien á Sevilla; pero que las aventaja en hermosura...

Mucho antes de entrar en Florencia, se han visto ya tres de sus principales maravillas, que son : la alta y esbelta Torre del Palacio Viejo ó de la Señoría; un maravilloso Campanile (que desde el primer momento hace olvidar aquel tan extraño y bello que acaba de admirarse en Pisa), y sobre todo la audaz y gigantesca Cúpula de la Catedral, llamada Cúpula de Brunelleschi, del nombre de su autor. — Estas tres obras maestras, solitarias reinas del aire, hacen adivinar al viajero todo el esplendor de la Ciudad que se extiende debajo de ellas.

Una vez intramuros, llama vivamente la atención la singular elegancia de todo lo que se ve ; el buen tono, por decirlo así, no sólo de las personas, sino de las cosas; el decoro, el aseo, la gracia de las calles, de los edificios y de las gentes; el aire de decencia y de cultura que se respira por do quiera ; la pulcritud y perfección del empedrado; los contornos artísticos y la noble severidad de los palacios ; la compostura y limpieza de la muchedumbre; el gusto, cuando no el lujo, de las tiendas; la aristocrática disposición de la entrada de los cafés y de los hoteles , y, sobre todo, el gran número de extranjeros de todos los países, en particular ingleses (y entre los ingleses, centenares de fashionabilísimas inglesas) , que han tomado carta de ciudadanía á las orillas del Arno, siendo para la patria de las ñores una especulación y un adorno, ó sea becerros de oro para los comerciantes y figurines de la moda para sus hijas.

Nuestro primer cuidado al salir de la Estación del Ferro-carril, fue venirnos al Hotel de l'Arno y hacer un ligero estudio acerca de la cocina de Florencia, que no nos pareció mala : en seguida nos marchamos á recorrer superficialmente la Ciudad, en cuya operación hemos empleado desde la una de la tarde hasta el oscurecer; y, ya oscurecido, nos hemos vuelto á casa, de donde yo no he querido salir, con tal de pasar la velada coordinando mis apuntes de Pisa y de Luca , como acabo de hacerlo , y reseñando además, como lo voy á hacer, las principales cosas que he visto esta tarde, durante mi primer paseo á la ventura por la corte de los Médicis. — Manos, pues, á la obra.

En Florencia, como en Pisa, el Arno es la calle principal, la gran arteria de la población, el boulevard que la parte en dos mitades. — A cada lado del opulento rio hay un ancho Muelle, llamado Lungo l'Arno, en que se levantan, sobre todo en el de la derecha, soberbios Palacios y magníficos Hoteles. — Desde el balcón del que nosotros habitamos se descubre toda la longitud de esa triple calle, ó sea cerca de una legua de muelles y rio, viéndose sobre este último hasta cinco Puentes de variada forma, que son: il Ponte delle Grazie, sólido y viejísimo, sobre el cual se levantan algunas casas ; il Ponte Vecchio , que se halla casi á la puerta de nuestro Hotel, y que constituye uno de los principales centros del comercio de Florencia (pues, como el Puente de Ríalto de Venecia, sostiene