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DE MADRID A NAPOLES

por la calle , tenían la nariz demasiado purpurada por el frio para que yo reparase en ellas !

— ¿Quién se para á mirar á una mujer que lleva la basquiña sobre la cabeza, cubierta toda de nieve , con los pies llenos de lodo y las manos hinchadas de sabañones?

Estamos en camino.

La silla de posta rueda toda la noche sobre un blando tapiz de nieve, por un pais montuoso.

De hora en hora paramos en alguna Aldea.

El Postillon aparece entonces á la portezuela del carruaje, con su sombrero galoneado, su trágica barba , su casaquilla medio militar y su corneta de cobre, y nos pide la buona-mano (las agugetas, la propina)...

Entre tanto, otro nuevo Postillon sale de la Casa de postas, asombrado de que se viaje á una hora y con un tiempo semejantes , y nos propone que pasemos allí la noche.

Nosotros insistimos en marchar en seguida, y apelamos al Reglamen- to de Reales Postas.

El Postillon nos da escelencia (Dios se lo pague); nos suplica que no nos incomodemos; engancha nuevos caballos, y partimos.

Cinco minutos después de mudar cada tiro, notamos que andamos poco y hasta que el coche se para á veces.

— ¿Qué es eso, postillon? preguntamos.

Non si puó andaré con questa neve...

— No hagas caso de la nieve, y te daremos tre paoli más de buona- mano.

— Grazie tante, escellenza, contesta el Postillón.

Y los caballos arrancan al galope , como si hubieran comprendido el diálogo.

De esta manera hemos pasado por Monterone , Buonconvento y Torrenieri.

Al cruzar por delante del ruinoso Caslillo de Buonconvento, he recor- dado que en él murió Enrique YII, emperador de Alemania, envenenado con una Hostia por un fraile güelfo, y la terrible carta que Dante escribió cuando lo supo. — Dicha carta ocasionó, como todo el mudo sabe, el des- tierro del poeta.

En Poderina, donde se muda tiro, nos despierta el Postillón y repara- mos en que principia á amanecer.

Ya no nieva. El pais que aparece á nuestros ojos es sumante árido. Por todas partes se advierten huellas de antiguos volcanes y de horribles terremotos. Rocas feísimas erizan los accidentes del terreno. Ni una habitacion, ni señales de cultivo por ningun lado. — Entramos en la region asolada por la malaria ó aria cattiva.

La malaria es una enfermedad endémica de varios puntos del Oeste de Italia, procedente de los muchos pantanos y lagunas que se encuentran