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DE MADRID A NAPOLES

cion y una reverencia que reclamaba con mejor derecho la Iglesia ideal que acababa de surgir en mi mente; ya me iba, digo, dejando para otro dia examinar aquel Templo con ojos de artista Ó de curioso, cuando reparé en una cosa que correspondia ciertamente á la altura de mis meditaciones. —Tal fue una multitud de Confesonarios, colocados como en asamblea en una de las naves laterales, formando un amplísimo círculo.—Sobre cada uno de aquellos Confesonarios habia un letrero que marcaba el idioma en que podian revelarse allí los pecados.—Pro lingua ilirica... Pro lingua gallica... Pro lingua hispanica... Pro lingua greca... Pro lingua lusila- na... germanica... ilala... arabica... brilannica... etc. etc. decian aquellos rótulos.

¡Hé aquí (pensé) el gran Tribunal de la Penitencia; hé aquí el gran océano de las culpas, en el que desembocan, como otros tantos rios, las confesiones de los mas apartados pueblos del mundo: hé aquí el Catolicis - mo, hé aquí la Iglesia de todas las Gentes!

En el Confesonario español se acusaba una mujer vestida de negro... —Comprendereis que no llevé mi espíritu de observacion hasta fijar los ojos en aquella penitente...—Adiviné, ó por mejor decir, forjé en mi fan- tasía una poética y dolorosa historia, y pasé.

Los Confesonarios franceses eran dos.—La lengua francesa será con el tiempo la lengua universal...-—Ademas, en Roma hay 25,000 galos de guarnición.

Luégo eruzé por delante del sepulcro de Pio VIT, de aquel otro vence- dor de Napoleon 1.—Allí recordé cierto episodio que escribí hace tiempo con el título de ¡Viva el Papa!

En la Basílica han sido enterrados ciento treinta Pontífices, empezando por San Pedro y concluyendo por Gregorio XVI.—Imaginaos ahora la in mensa variedad de suntuosos Mausoleos que se verán por todos lados!

La Catedral de San Pedro contiene 464 columnas, de las cuales 16 son de bronce, 239 de mármol y 209 de granito ;—281 estátuas de bronce, mármol y estuco, —y 46 allares.

En la gran nave, á la derecha de la Tumba de los Apóstoles, hay una Estátua de bronce, que representa á San Pedro, tan venerada por los ca- tólicos , que le han gastado el pie derecho á fuerza de besárselo. La es- cultura data del año 440.

He dicho que me marchaba, conociendo que era imposible formar idea de todo lo que encierra la Basilica y prometiéndome volver más des- pacio, cuando estuviera mi imaginacion bastante sosegada para estudiar minuciosamente todos aquellos prodigios de arte; me marchaba, digo, creyendo que sólo habia permanecido en el Templo algunos minutos, cuando miré el reloj y ví... que mi visita habia durado tres horas!—Asi acontece con el mar: contemplándolo, se pierde la conciencia del tiempo.

Mas no creais que salí de la Basílica para irme á la calle... no.—¡Añn tenia que verlo principal! —Tenia que ver la Iglesia á vista de pájaro: tenia que subir á lo alto de la Cúpula.