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DE MADRID A NAPOLES

tiles, ó veia rarísimas obras do arte, Estatuas deformes de los primeros siglos de la Era vulgar , graciosos Bajo-relieves paganos , Frescos de la Edad Media, Urnas cinerarias. — Sobre algunas losas estaba grabado el instrumento que simbolizaba el oficio ó profesión que habian ejercido los si'res allí enterrados; ora un cincel, ora una esteva, ora una espada, ora unas tenazas , ora un martillo...

El Fraile (que iba delante ile mí y á gran distancia) se paraba de tiempo en tiempo y me señalaba el lugar en que liabia sufrido el martirio tal ó cual Papa ó tal ó cual Santo; ó me mostraba un sepulcro vacío... Y nos santiguábamos, y seguíamos; y el Religioso desaparecía por aquellas misteriosas revueltas, y yo me perdía á cada momento, y lo llamaba angustiado; y él se detenia , hasta que me dejaba ver á lo lejos el resplandor de su vela.

Así caminamos tres horas en todas direcciones , sin pasar dos veces por un mismo sitio. Llegué por último á una plazoleta , donde habia una Capillita, cerca de la cual se habia sentado el fraile. — Por todos lados se abrían nuevas galerías...

— Esto no tiene fin (me dijo mi piadoso cicerone). Cuando usted quiera, saldremos.

— ¿Y por dónde?

— Usted saldrá poruña escalera que hay cerca de aquí, y se encontrará próximo á una Puerta de Roma. Yo volveré sobre mis pasos hasta llegar la Iglesia.

Antes de separarme del Religioso, hablé largamente con él acerca de las Catacumbas, y supe que está ya probado, con irrecusables testimonios, que no fueron escavadas por los primeros cristianos , como han supuesto algunos autores. Las Catacumbas son las canteras de donde se estuvo sacando piedra y arena durante diez siglos para la edificación de Roma. — Así consta de poetas é historiadores anteriores á Jesucristo. — Lo que aconteció luego fué que los Cristianos, perseguidos por los Emperadores, se refugiaron en aquellos subterráneos , los pusieron en comunicación entre sí, los ensancharon en ciertos parajes, é hicieron de ellos su vivienda y su cementerio.

Todavía no se han descubierto todas las Catacmnbas, que, al decir de los arqueólogos, sumaban una longitud de trescientas leguas (¡tan complicadas y revueltas son sus calles!) ¡y seis millones de Sepulcros! Los Emperadores , en su odio á los sectarios de la nueva Ley, cegaron ó tapiaron algunas galerías , dejando enterrados vivos dentro de ellas á millares de cristianos, que murieron allí de hambre; y otras veces ocurrió que anduvieron persiguiéndolos muchos dias por debajo de Roma, sin poder dar con ellos, pues se pasaban de un laberinto á otro, obstruyendo las galerías que dejaban á la espalda. — Por toilo ello se les conocia con el nombre de lucífuga mitio (gente que huye de la luz).

Después de los Antoninos abolióse en Roma la costumbre de quemar los cadáveres y de guardar las cenizas de la manera que hemos visto en