natural quizás, de ese acto que muchos millones de seres humanos ejecutan en este mismo instante, y que yo, sin embargo, no me atrevo á designar sino con la frase consagrada de «comunión de los sexos». Dos personas se sientan ante una mesa, y el novelista puede decir: «comieron»; dos enemigos se encuentran en una esquina, y el novelista puede decir: «se acuchillaron»; dos obreros entran en una taberna, y el novelista puede decir: «se emborracharon»; pero dos enamorados se acuestan juntos en una misma cama, y el novelista no puede decir lo que hicieron... ¿Por qué? Porque es inmoral. Pero ¿y por qué razón es inmoral? Sin razón alguna, porque sí...
Si fuésemos á razonar, veríamos, al contrario, que lo inmoral es que dos enamorados se acuesten juntos para estarse quieros. Mas en esto no caben razonamientos. Es inmoral, y se acabó.
... Tan inmmoral es, en efecto, que aun los autores antiguos, los Longo, los Rojas, los Brantome, se guardaron siempre de