murió... á nadie en el mundo. ¡Lili!... ¡Si supieras que á veces he tenido envidia pensando en Alina que vive á tu lado, que te desnuda por las noches, que te viste por las mañanas, que puede verte á todas horas, que es tuya!... ¿No te incomodas, Lili?
— No —respondió al fin la marquesa— no pero cállate... me haces daño...
Luego, cogiéndole las manos con violencia, alejándose algo de ella, mirándole los ojos, con voz sorda y descompuesta:
— ¿Y los otros? —le dijo.
Margot parecía no comprender:
— ¿Qué otros?
— Sí, los otros: Robert, que está loco por ti; Luis Galbé, que te ofrece palacios y castillos; los otros, en fin, ¡los otros!...
— ¡Tonta!, ¿qué me importan á mí los otros? Lo único que me interesa en el mundo eres tú... Sólo que...
— ¿Qué?
— No. Nada.