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Página:Del amor, del dolor y del vicio.djvu/108

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— Déjale —dijo en voz alta Margarita á su amiga—. ¡Es un oso!

Las risas y los discursos continuaron.

Robert era uno de esos escritores parisienses, de la escuela de Villemesant y de Rochefort, que saben ser, al mismo tiempo, ligeros y rudos, batalladores y artistas; y que, en medio de la corrupción casi general de las costumbres periodísticas, conservan siempre un espíritu de rectitud y honradez. Por hacer una broma habría sido capaz de desacreditar á un hombre público. Ninguna ridiculez escapaba á su ingenio sutil, y nunca un enemigo encontró piedad ante su cólera sagrada de defensor del buen gusto. Él conocía su propio mérito, y sin ninguna vaidad, pero con un orgullo melancólico, hablaba á gritos, en los cafés y en las redacciones, de la multitud de escritores jóvenes que parecían despreciarlo, y que, no obstante, «saqueaban sus libros», aprovechando sus ocurrencias felices ó sus frases origi-