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sarcástica brotó de los labios de Liliana.
Carlos permanecía ante ella de pie, como petrificado.
Después de mirarle en silencio con sus grandes ojos catalépticos, la marquesa exclamó enérgicamente:
— Bueno, ¿y qué?
— Nada... que necesito que me digas si es cierto lo que Robert asegura con tanta insistencia.
— ¿Y qué es lo que asegura? Yo no veo que asegure nada.
— Sí, Lili, sí; asegura que tú y Margot...
— ¿Qué? —interrumpió ella, colérica.
Haciendo un esfuerzo, Carlos prosiguió:
— ... dormís juntas y os burláis de mí. ¿Es cierto? Dime la verdad, Lili... Mi Lili..., dime la verdad...
— Eso no merece respuesta ninguna.
— Sí; es necesario... te exijo una respuesta, una prueba... algo que me tranquilice ó que me confunda. ¡Necesito saber