que renunciar por completo á tu pobre Margot. Yo sé lo que me digo, conociéndote como te conozco, y sabiendo que tienes necesidad de un hombre. Yo también tengo necesidad de eso á veces; pero yo no soy una sensitiva como tú, y cuando el deseo de caricias brutales está colmado en mi cuerpo, mi alma queda libre de toda influencia. Verte cada día en los brazos de un hombre distinto no sería para mí tan cruel como verte durante meses y meses al lado del mismo amante. Además, entre Carlos y tú hay un lazo indestructible, que os unirá siempre y á pesar de todo...
— ¿Un lazo?...
— Sí. Carlos ha sido tu iniciador...
— ¡Pero si yo había sido casada antes de conocerle!
— No importa. ¿Acaso te he dicho que fué el primero que te dio un beso? Entre el que revela los misterios carnales y el que inicia en la locura del placer, hay una diferencia muy grande. El marido,