y no tengo ningún deseo de convertirme en un masoquista sentimental... En el fondo, más vale que la tonta de Margot no haya querido ser amable para conmigo, pues sus besos me habrían costado muchas crónicas, y, como dice Balzac, ninguna noche de amor vale una página... ¡Balzac!... Ese sí que era un hombre!... jamás una pasión en su vida!... Y Zola también es un hombre que trabaja sin descanso y que se contenta con su mujer... ¡El trabajo!... Es necesario vivir alegremente y no atormentarse por las chiquillas que tienen el pecho bonito y los ojos negros... ¡Trabajar!... Yo no vuelvo á acordarme de ninguna mujer... ¡oh, no!... ¡no!...»
Algunas horas después, sin embargo, el pobre periodista sorprendióse á sí mismo acariciando con la imaginación la imagen picaresca y excitante de Margarita. «Soy un necio incurable» —pensó.