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Página:Del amor, del dolor y del vicio.djvu/251

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XXVIII


Al levantarse, Carlos encontró sobre su mesa de trabajo una carta de Robert. Abrióla y comenzó á leer:

«Te escribo en el café, aprovechando un minuto de libertad... Porque ésta es una carta secreta que ni mi futura ni tu pasada deben conocer. Estírate las orejas y no te caigas de espaldas al enterarte de mi revelación: ¡Liliana te adora aún!...»

Carlos leyó de nuevo:

«Liliana te adora aún...»

¿Sería una broma?

«... Liliana te adora aún!»

La carta continuaba: