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Mujer extraordinaria, de corazón, de acción y de pensamiento, no es fácil encontrar otra argentina que la supere, ni que, tal vez, la iguale, en la simultánea y armónica posesión de tan excelsas calidades, por lo cual consti- tuye, en mi sentir, como el arquetipo de la gran dama argentina, no pulida aún suficien- temente por una cultura intelectual superior, pero que sólo espera recibirla, para reflejar, con hermosas irisaciones como el brillante en sus múltiples facetas, la luz esplendorosa de la vida.
La severidad del método usado para bos- quejar, según las reglas, una silueta física y moral de María Sánchez de Mendeville, que se aproxime a la exactitud asequible en ma- terias históricas, no prohibe, y antes aconseja — si bien con las reservas y precauciones del