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una carta circular de recomendación para todos nuestros agentes diplomáticos del Pa- cífico. En ella les recuerda que « la inspirada artista apareciéndose entre nosotros en una época de sufrimientos nos ha enseñado cómo el oro que no acierta a pagar su genio es distri- buído pródigamente por su piedad ». Modelos tan eximios eran más que capaces de encen- der la emulación en los aficionados del país o profesionales extranjeros aquí residentes. Con la mayor frecuencia se hicieron así escuchar como cantantes, en los mismos salones, las señoritas Georgina Lumb, en duos con el pro- pio tenor Stagno, la señorita Emma de la Barra, hoy señora de Llanos, y las señoras Rosa Delgado de González, Teresa Ortega de Obligado y Eduarda Mansilla de García; y revelaron su técnica y alma de pianistas el profesor del Ponte, don José Domingo Boneo, la bella señora Ernestina Boniche de De Mot y las señoritas Agustina Paz y María y Elena

Fernández Blanco.