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y rico de color, como todos los dejados por el talentoso historiógrafo, y con el cual po- déis formaros una primera impresión de nues- tro asunto, y no digo una opivión definitiva, porque, como sabéis, no es precisamente la exactitud la cualidad dominante del doctor López:
La época de la Asamblea General Constitu- yente y del gobierno del director Posadas (1814), es también una época de transformación en las costumbres, en la vida interior de la familia, y en el carácter de los negocios comerciales. Asegu- róse, entonces, un sentimiento expontáneo de que el país tenía ganada su independencia. Cierta ale- gría pública y comunicativa comenzó a poner lucida e inspirada a la buena seciedad. Abriéronse algunos salones, y entre ellos el de Lasala y el de la señora doña María Sánchez de Thompson (de Mandeville, después), donde Alvear, Larrea, Mon- teagudo, Rodríguez Peña, Lafinur, fray Cayetano Rodríguez, algunos médicos y publicistas extran- jeros como Carta Molina, Gaffarot, Belmar (el padre y el hijo), Loreille, el físico Lozier, el bota-