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Entre las producciones propiamente lite- ravias, diríamos, de María Sánchez de Mende- ville, ninguna os interesará tanto, de seguro, como la carta en verso a Candelaria Some- llera, que merece, no sólo ser conocida en su totalidad, sino también analizada con algún detenimiento. La epístola en cuestión fué es- crita con un propósito que se enuncia en la
primera estrofa :
Tú te quejas, pobre amiga, De tu triste soledad
Y yo quiero convencerte Que te debes consolar.
Acto continuo empieza la demostración, que consiste en contraponer las costumbres y reuniones sociales antiguas, llenas de ame- nidad, franqueza y encanto, a las del día, saturadas de empaque y mutismo, etiqueta y aburrimiento. Observad este cuadro edénico
del buen tiempo viejo: