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conserjes. Inteligentes, si... demasiado. Pero no tenéís, en verdad, grandes cerebros que sean ca- paces de sueños y realizaciones formidables... También sois un pueblo de conservatorios, sí, de casas donde mediante la paga se aprende el arte o el genio. Los conservatorios son inútiles, Se nace artista... Se nace con genio.
Y para concluir, esta bolchevique ardiente, pero, sin duda, inteligente y simpática, declara, dejándome sorprendida:
—Si fracasamos aquí, intentaremosir a Francia.
Quiero desembrollar el sentido que pueden envolver esas últimas palabras. Tal vez hay en ellas algo de melancolía, porque la Sra. Kame- nieva agrega:
—Si regresa usted a su país, proclame en alta voz que no hemos tratado mal a los artistas fran - ceses, a fin de que en Francia no se trate mal a los artistas rusos.
A 3 de Marzo
Se ha firmado la paz entre Alemania y Rusia. Acabo de saberlo en la casa de Contant, donde todavía se almuerza. Pero ¡qué exceso! Lo que valía dos rublos hoy cuesta veinticinco.
Ludovico Naudeau, que llega de Smolny, trae la noticia.
El desdichado mozo rabia de sentirse aquí como enclaustrado, y de verse imposibilitado
