trece dias que, con no sé qué pretexto gregoria-
no, se atrasaba a los países eslavos con relación a
los demás del mundo.
Pero en esa ocasión todos fueron advertidos
oficialmente y nada se cambió en los hábitos;
mientras que ahora, la modificación de la hora
no fué anunciada para muchas personas, y la jor-
nada de117 de Mayo fué un día de locos, sobre
todo para los que hablaban poco y aún compren-
dían menos el ruso.
Llegué a casa de mi dentista a las tres (hora
nueva). Como para él solamente era la una y
media, estaba ausente.
se instaló tranquilamente para almorzar.
Quise explicar a la doncella que la hora ha-
bía sido cambiada. Como la Prensa diaria nada
había dicho, los que no se hallaban al tanto po-
dían creer que estaba uno delirando.
Estos eran pormenores insignificantes cierta-
mente; acontecimientos de muy escasa importan-
cia en medio de tantos otros tan graves; pero que
son la signiñcación de la incoherencia en que
vivimos aquí.
Aun cuando sea bajo la tiranía bolcheviquis-
ta y bajo la influencia, por no decir inspección,
sus formas. Las gentes han vuelto a sus queha-
ceres, y los niños van a jugar a las plazas; en los
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