como Astronomía, Philosophía, Theología, Mathematica, &c. ù de figúras y tropos: como Metáphora, Alegoría, Synécdoche, Prosopopeya, Diéresis, Synéresis, Sinalepha, &c. en las quales no puede haver variación; y aunque de algunos de ellos se formen adjetivos, advérbios, y verbos: como Zeloso, Zelar, Philosophar, Philosophicamente, Alegorizar, Metaphisicamente, como de ninguna de estas formaciones resulta, ni ha resultado en tiempo alguno la menor duda en su pronunciación, tampoco la ha havido en el modo con que se deben escribir. Esto no sucede con las voces y términos que dimanan de la Léngua Latina: y no siendo dudable que de ella hemos recibido por lo generál, además de muchissimos nombres próprios y peculiares de las cosas, todas las partes que methódica y essencialmente constituyen nuestra Léngua, quales son los artículos, substantivos, advérbios, superlativos, verbos, y sus conjugaciones, tampoco lo es que en sus vocablos es donde ha havido mudanza, y por lo consiguiente en el modo de escribirlos es donde se encuentra la diversidád.
24 Lo quarto se debe suponer, que siendo sumamente incierto, como queda mostrado, que por sola la manéra de hablar se pueda regular y formar la Orthographía: el medio seguro y cierto para fijarla en el modo possible, es recurrir à los orígenes de las palabras, y examinar sus etymologías, atendiendo à las modificaciones con que el tiempo ha ido suavizando y templando el rigór que en lo antíguo se practicaba, y observando el estílo con que el uso ha ido sentando y estableciendo el modo de reducir al papél no pocos términos y palabras, diferentemente de lo que antes se hacía.
25 Lo quinto se debe suponer, que la Orthographía que se vá à establecer es del lenguage que modernamente se estíla, y que comunmente se habla, valiéndose de las mismas letras, y sus usos, assi próprios, como irregulares, en la conformidád que lo han hecho los Autóres mas clássicos y juiciosos, y huyendo de las singularidades que algunos, assi antíguos como modernos, han querido introducir contra la práctica y estílo común, como si la Léngua se formasse de nuevo, y estuviesse en el arbítrio de cada uno disponerla à medida de su génio.
26 Lo sexto se debe suponer, que el Alphabéto Castellano se compóne de veinte y seis letras, de las quales las veinte y tres son comúnes à otras Lénguas, y las tres restantes son peculiares de la nuestra. De las comúnes las cinco son vocáles, que son A, E, I, O, U, à que se añade la Y para las voces Griegas. Las demás son consonantes, regularmente divididas en mudas y semivocáles, ò como otros dicen en naturáles y confusas. Las mudas ò naturales son B, C, D, G, K, P, Q, T, Z, y las semivocáles ò confusas son F, H, L, M, N, R, S, X, porque están acompañadas antes y después de vocáles en el modo de su pronunciación. Las letras peculiares Castellanas con ç, j, ñ, assi formadas y admitidas por la especiál pronuncia-