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De pronto, el oficial se enojó, no sé con qué motivo, con sus soldados, y me gritó:

—¡Vete!

XIV

Un nuevo día transcurrió. Aquel día los soldados fusilaron al otro, al muchacho que me llamaba su padre.

XV

Cuando se hizo de noche, dejé la ciudad de los muertos.

XVI

Dies iræ, día de cólera, de venganza, de expiación terrible, día de horror y de muerte.

XVII

...La procesión que vi pasar desde mi escondite era un espectáculo extraordinario y terrorífico. Los que iban en ella llevaban las esculturas de sus santos; pero no sabían si levantarlas más aún o tirarlas al suelo, romperlas y pisotear los pedazos. Mientras unos todavía rezaban, otros proferían ya maldiciones. No obstante, unos y otros seguían marchando juntos, como hijos que