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versal. Madame de Stäel quiso ser la musa de aquel genio. Era tan grande el prestigio de Bonaparte y tan impresionable la baronesa de Stäel, que en su primera entrevista con el héroe, la admiración la hizo enmudecer. Bonaparte estuvo frío y desdeñoso; la desavenencia quedó sembrada, y germinó y creció, a través de varias vicisitudes, llegando a fructificar en persecuciones y en odio. Todavía después del 18 Brumario, madame de Stäel quiso granjearse la amistad del Primer Cónsul. Pero en los primeros días del año 1800 Benjamin Constant, miembro del Tribunado, cuyas relaciones con Mme. de Stüel eran notorias, pronunció un discurso de oposición a la naciente tiranía napoleónica. En este punto, que marca una ruptura de hostilidades, comienzan las Memorias. A esta obra le dió su autor el título de Diez años de destierro; pero la narración está incompleta y sólo comprende un período de siete años. Consta de dos partes: la primera abarca desde 1800 a 1804, interrumpiéndose después de la muerte de Necker; la segunda principia en 1810 y queda bruscamente cortada en 1812, al llegar Mme. de Stäel a Suecia. La primera parte la escribió en Coppet, en 1810, después de la prohibición de su obra sobre Alemania y de su expulsión de Francia. La segunda parte la escribió a su llegada a Estocolmo, camino de Inglaterra, en 1812. En lugar de tomar el hilo de la narración, cortado en 1804, Mme. Stäel prefirió escribir sus recientes impresiones de viaje por Austria y Rusia, países