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DE DIÓGENES LAERCIO.

engañan los sentidos«[1].

21. Los llamados hegesíacos son de la misma opinión en orden al deleite y al dolor. Dicen que «ni el favor, ni la amistad, ni la beneficencia son en sí cosas de importancia, pues no las apetecemos por sí mismas, sino por el provecho y uso de ellas; lo cual si falta, tampoco ellas subsisten. Que una vida del todo feliz es imposible, pues el cuerpo es combatido de muchas pasiones[2], y el alma padece con él y con él se perturba; como también porque la fortuna impide muchas cosas que esperamos. Esta es la razón de no ser dable la vida feliz, y tanto, que la muerte es preferible a tal vida[3]. Nada tenían por suave o no suave por naturaleza, sino que unos se alegran y otros se afligen por la rareza, la novedad o la saciedad de las cosas. Que la pobreza o la riqueza nada importan a la esencia del deleite, pues éste no es más intenso en los ricos que en los pobres. Que para el grado del deleite nada se diferencian el esclavo y el ingenuo, el noble y el innoble, el honrado y el deshonrado. Que al ignorante le es útil la vida; al sabio le es indiferente. Que cuanto hace el sabio es por sí mismo, no creyendo a nadie tan digno como él, pues aunque

  1. Que los sentidos no siempre nos anuncian la verdad lo dijeron y dicen infinitos; pero más que todos lo disputaron los pirrónicos, como veremos en la Vida de Pirrón.
  2. παθημάτών.
  3. En la traducción de este pasaje sigo parte de la corrección de Mer. Casaubono, no dudando de que el texto ha padecido alteración.