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DE DIÓGENES LAERCIO.
- sino que fomentando con su cuerpo
- los huevos, los anima.
- Este saber es sólo conocido
- de la Naturaleza que la instruye.
Y después:
- No hay que admirarse que esto yo así diga;
- ni de que los polluelos ya nacidos
- a sus madres agraden,
- y hermosos les parezcan;
- pues también hermosísimo parece
- a un perro un otro perro; un buey a otro;
- el asno al otro asno; el cerdo al cerdo.
Estas cosas y otras semejantes escribe Alcimo en sus cuatro libros, indicando lo que Platón se aprovechó de Epicarmo. Y que el mismo Epicarmo no ignoraba su saber, puede notarse de que dice, como vaticinando que tendría quien le imitaría:
- Pues como yo imagino,
- o por mejor decir, lo estoy ya viendo,
- tiempos vendrán en que estas mis palabras
- anden en la memoria de los hombres:
- habrá quien de estos versos haga prosa;
- y engalanando el todo variamente
- con púrpura y ornato,
- se hará invencible superando a todos.
11. También parece fue Platón quien llevó a Atenas los libros de Sofrón, poeta cómico, hasta entonces poco estimados; que sacó de ellos su