en su constitucion original, y distinguir lo que tiene de sí propio, de aquello que las circunstancias y sus progresos han añadido o cambiado á su estado primitivo? Igual á la estatua de Glaucus, á la que el tiempo, el mar y las borrascas habian de tal modo desfigurado, que parecia mas bien á una fiera, que á un Dios, el alma humana alterada en el seno de la sociedad por mil causas sin intermision renacientes, por la adquisicion de una multitud de conocimientos y de errores, por las variaciones acaecidas á la constitucion de los cuerpos, y por el choque continuo de las pasiones, ha, por decirlo así, cambiado de aspecto hasta el grado de ser casi desconocida; y no se halla en ella otra cosa, en lugar de un ser obrando siempre por principios ciertos é invariables, y en lugar de aquella celeste y magestuosa simplicidad de la que su autor la había dotado, sino el disforme contraste de la pasion que cree razonar, y del entendimiento en delirio.
Lo que hay de más cruel aun, es que