colon, que no se halla en los animales voraces. Parece pues que el hombre, teniendo los dientes y los intestinos como los tienen las animales frugívoros, deberia naturalmente ser
colocado en esta clase; y no solamente las observaciones anatómicas confirman esta opinion, sino que los monumentos de la antígüedad le son aun muy favorables. Dicearco, dice S. Gerónimo, cuenta en sus libros de las antigüedades griegas, que bajo el reinado de
Saturno, en el cual la tierra era aun fértil
por ella misma, ningun hombre comia carne,
pues todos vivian de los frutos y legumbres
que crecian naturalmente (Liv. a. adv. Jovínian.) Esta opinion se puede aun apoyar por medio de las relaciones de algunos viageros modernos: Francisco Correal asegura entre otros que la mayor parte de los habitantes de
las Lucavas que los Españoles transportaron á
las islas de Cuba, de Santo Domingo y otras y
murieron por haber comido carne. Por aquí se verá que no hago caso de las ventajas que sobre este asumo Podria sacar; porque siendo la presa casi el único motivo del combate entre los animales carnívoros, y los frugívoros viviendo entre sí en una paz continua, si la especie humana fuera de esta última clase, es
evidente que le hubiera sido mucho mas fácil el susistir en el estado natural, y hubiera tenido
mucha menos necesidad y ocasiones de salir de él.
(e) - Página 12. Todos los conocimientos que piden reflexion, todos los que no se adquieren sino por el encadenamiento de las ideas, y no