Página:Discurso sobre el origen y los fundamentos.djvu/215

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para juzgar sanamente de su estado y del nuestro, yo replicaré que la estimacion de la felicidad en mucho menos un asunto de la razon que del sentimiento. Ademas, esta respuesta puede redargüirse contra nosotros con mucha mas fuerza aun; porque hay mucha mas distancia de nuestras ideas á la disposicion de espíritu en la cual debería estarse para poder concebir el gusto que hallan los salvages en un modo de vivir, que de las ideas de los salvages á aquellas que pueden hacerles concebir el nuestro. En efecto, despues de algunas observaciones, les es muy fácil el conocer que todos nuestros trabajos se dirigen sobre dos objetos solos; a saber: para sí las comodidades de la vida, y la consideracion entre los otros. Mas cual será ei medio por donde nosotros podamos imaginar la especie de placer que es esperimenta un salvage pasando su vida solo en medio de los bosques, ó en la pesca, y en soplar en una mala flauta, sin poder nunca sacar un solo tono, y sin cuidarse ni dársele nada de no aprenderlo.

Han traido muchas veces salvages á Paris, á Londres, y á otras ciudades; se han apresurado en hacerles ver ostentosamente nuestro lujo, nuestras riquezas y todas nuestras artes las mas útiles y las mas curiosas; todo esto no ha escitado jamas en ellos sino una admiracion estúpida, sin el menor movimiento de deseo ó codicia. Me acuerdo entre otras de la historia de un gefe de algunos Americanos septentrionalea que trajeron á la Corte de Inglaterra, hace unos treinta años. Le hicieron ver mil cosas afin de poder hacerle un regalo que lo