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MEMORIAS DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA

que el Virey que gobierna puede ó debe darle, y pues de nuevo no hay otra sino la que ya se tenía, que estará mejor apurada y entendida allá, de lo que yo he podido rastrear, sólo servirá esta carta de memorial y de proponerse este pensamiento, y de avisar á V. M. lo que tengo por muy conveniente, que caso que de esto se trate y V. M. lo hubiese de ordenar, ansí se advierta que pues en siendo jornada real por cuenta de V. M. no le puede tocar el gobierno de ella á D. Juan de Oñate por vía del asiento. Si por nuevo nombramiento y especial comisión juzgase V. M. que conviene elegir su persona y honrarle en esto por la calidad suya y de sus deudos, y por lo mucho que él y ellos han gastado, y por los años que ha estado sirviendo y pasando trabajos, así en aquellas poblaciones como en la última entrada, sea esto con tres condiciones: la primera muy importante, pero las otras dos tan necesarias, que sin ellas entiendo yo que sería gran yerro gastar V. M. su hacienda, aunque fuese muy poco. Una es, que D. Juan lleve adelante el ofrecimiento que hizo de que pagarán él ó su hermano D. Cristóbal, ó ambos, cien soldados por un año, y esto debería V. M. resolver que por año y medio pagase 30 de los 100 que V. M. mandase hacer, para que fuere tal y tan buena gente y tan en orden como los otros 70, que de esta manera serían de efecto..... [1] se ahorraría casi el tercio de la costa. Otra condición es, que V. M. mandase que como los demás socorros que de aquí envía el Virey á otras provincias, hiciese levantar y armar esta gente á nombre y voz de V. M., y que provea entre ellos de dos ó tres soldados particulares que sean personas de honrados bríos y buena inteligencia, y juntamente de crédito y confianza, y con algún entretenimiento honrado vayan señalados, para aconsejar á D. Juan y para testificar en todo suceso, y que ansí mesmo se le envíen uno ó dos ministros suficientes para lo que toca demarcación y altura, y para oficio de piloto, por si acaso descubriendo mar le fuese necesario, ordenando V. M. que todos en llegando adonde estuviese Don Juan, sigan la suya, pero que él siga la instrucción que le enviare el Virey; que está claro que ha de ser sólo para las cosas generales y que de lejos puedan advertirse, y que se ayude llanamente de las personas referidas, cada una en su ministerio, y de ello y de todos los acuerdos y lo demás se hagan papeles en el viaje. Y la condición última que V. M. mande expresamente al Virey, que sabiendo de D. Juan si con esta gente y condiciones se quiere encargar de ello, á él, ó al que no aceptando

  1. Lacuna in autegr.