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Página:Don Segundo Sombra (1927).pdf/224

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iba poniendo gordo. Después quiso curarlo a mi bayo. Juntos le revisamos la cornada y me dijo:

222 —Pa llevarlo va a andar mal. Si es de su idea venderlo yo se lo compro, siempre que noh'arreglemoh'en el precio.

Miré para el campo. Ya el rodeo se iba perdiendo en la distancia. Recordé los cangrejales.

¡Abandonarlo al pobrecito Comadreja, así herido, en esas pampas de rechazo!

—Vea cuñao. Pa qué vi'a mentirle. Yo al mancarrón le tengo cariño y... ¡dejarlo en esta tristeza!

—Si es su voluntá pro el lobuno.

—Allá veremos.

El rubio me explicó que no era de allí. Él se llamaba Patrocinio Salvatierra y vivía como a unas ocho leguas de distancia, en una tierra linda y pareja. No tenía yo más que ver su tropilla de gateados. Era cierto y le dije que le contestaría esa noche.

— agregó — también le com— —Me quedé cabizbajo. El día anterior casi había perdido al Comadreja y ahora me veía obligado a venderlo.

—Está de Dios dije.

que no me había de