Página:Don Segundo Sombra (1927).pdf/98

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
— 96 —

después de unos pocos mates, y yo me sentía como recién parido por haberme bañado el rostro en un balde y sacudido la tierra con la blusa.

A los mancarrones les sonaba el agua en la panza y la tropa habiendo tenido tiempo de echarse y probar unos buenos bocados de gramilla, se encontraba mejor dispuesta.

Teníamos, además, la promesa cercana del frescor nocturno y eso de ir mejorando paulatinamente, hasta alcanzar un descanso, mantiene despierta la esperanza fundada.

Como a nuestra salida de la estancia, me fuí hasta adelante de las tropillas, de donde me entretuve en mirar el camino y las poblaciones lejanas, para grabar el todo en mi memoria, acaudalando así mis primeros valores de futuro baquiano.

A las dos horas de marcha, como íbamos a pasar frente a un puesto, Goyo llegó hasta mí para transmitirme una orden de Valerio.

—Vení conmigo... Vamoh'a carniar un cordero y despueh' alcanzamos la tropa.

—No sirvo, hermano, pa'ese trabajo.

—No le hace. Te vah'a ir acostumbrando.

Mientras el arreo seguía su camino, nos apeamos en el rancho, cuyo dueño nos recibió como a conocidos viejos.