Un momento no más. El contrato te otorga una libra de su carne, pero ni una gota de su sangre. Toma la carne que es lo que te pertenece; pero si derramas una gota de su sangre, tus bienes serán confiscados, conforme á la ley de Venecia.
¿Lo has oido, Sylock?
¡Oh juez recto y bueno! ¿Eso dice la ley?
Tú mismo lo verás. Justicia pides, y la tendrás tan cumplida como deseas.
¡Oh juez íntegro y sapientísimo!
Me conformo con la oferta del triplo: poned en libertad al cristiano.
Aquí está el dinero.
¡Deteneos! Tendrá el hebreo completa justicia. Se cumplirá la escritura.
¡Qué juez tan prudente y recto!
Prepárate ya á cortar la carne, pero sin derramar la sangre, y ha de ser una libra, ni más ni menos. Si tomas más, aunque sea la vigésima parte de un adar-