vida será la del precito, y las tormentas agitarán sin cesar su nave. ¡Ved!
¿Qué es eso?
El dedo de un marinero, que se ahogó al volver de su viaje.
¡Tambor, tambor! Ya llega Macbeth.
Juntemos las manos, hagamos una rueda, como hermanas enviadas del cielo y de la tierra. Tres vueltas por tí, tres por tí, tres por mí: son nueve, cuenta justa. ¡Silencio! Ya ha llegado el término del conjuro.
¡Dia de sangre, pero hermoso más que cuantos he visto!
¿Está lejos el castillo de Fóres? ¿Quiénes serán aquellas mujeres arrugadas y de tan extraño aspecto? No parecen seres humanos. ¿Sois vivientes? ¿Puedo haceros una pregunta? Debeis de entenderme, porque las tres, al mismo tiempo, poneis en los labios vuestros dedos, que semejan los de un cadáver. No me atrevo á llamaros mujeres, por las barbas.
Si teneis lengua, decidnos quiénes sois.
¡Salud, Macbeth, señor de Glamis!