Dicen que va allí con frecuencia á juntar su llanto con el rocío de la mañana y contar á las nubes sus querellas, y apenas el sol, alegría del mundo, descorre los sombríos pabellones del tálamo de la aurora, huye Romeo de la luz y torna á casa, se encierra sombrío en su cámara, y para esquivar la luz del dia, crea artificialmente una noche. Mucho me apena su estado, y seria un dolor que su razon no llegase á dominar sus caprichos.
¿Sospechais la causa, tio?
No la sé ni puedo indagarla.
¿No has podido arrancarle ninguna explicacion?
Ni yo, ni nadie. No sé si pienso bien ó mal, pero él es el único consejero de sí mismo. Guarda con avaricia su secreto y se consume en él, como el gérmen herido por el gusano antes de desarrollarse y encantar al sol con su hermosura. Cuando yo sepa la causa de su mal, procuraré poner remedio.
Aquí está. Ó me engaña el cariño que le tengo, ó voy á saber pronto la causa de su mal.
¡Oh si pudieses con habilidad descubrir el secreto! Ven, esposa.