Basta, Mercutio. No prosigas en esa charla impertinente.
De sueños voy hablando, fantasmas de la imaginacion dormida, que en su vuelo excede la ligereza de los aires, y es más mudable que el viento.
Tú si que estás arrojando viento y humo por esa boca. Ya nos espera la cena, y no es cosa de llegar tarde.
Demasiado temprano llegareis. Témome que las estrellas están de mal talante, y que mi mala suerte va á empezarse en este banquete, hasta que llegue la negra muerte á cortar esta inútil existencia. Pero en fin, el piloto de mi nave sabrá guiarla. Adelante, amigos mios.
Á son de tambores.
Sala en casa de Capuleto.
MÚSICOS y CRIADOS.
¿Dónde anda Cacerola, que ni limpia un plato, ni nos ayuda en nada?
¡Qué pena me da ver la cortesía en tan pocas manos, y éstas sucias!