No tanto, primo. Si fué cuando la boda de Lucencio. Por Pentecostes hará 25 años.
Más tiempo hace, porque su hijo ha cumplido los treinta.
¿Cómo, si, hace dos años, aún no habia llegado á la mayor edad?
(Á su criado.) ¿Dime, qué dama es la que enriquece la mano de ese galán con tal tesoro?
No la conozco.
El brillo de su rostro afrenta al del sol. No merece la tierra tan soberano prodigio. Parece entre las otras como paloma entre grajos. Cuando el baile acabe, me acercaré á ella, y estrecharé su mano con la mia. No fué verdadero mi antiguo amor, que nunca belleza como ésta vieron mis ojos.
Por la voz parece Montesco. (Al criado.) Tráeme la espada. ¿Cómo se atreverá ese malvado á venir con máscara á perturbar nuestra fiesta? Juro por los huesos de mi linaje que sin cargo de conciencia le voy á quitar la vida.
¿Por qué tanta ira, sobrino mio?