confesarse al convento de fray Lorenzo, y él nos confesará y casará. Toma este regalo.
No aceptaré ni un dinero, señor mio.
Yo te lo mando.
¿Conque esta tarde? Pues no faltará.
Espérame detras de las tapias del convento, y antes de una hora, mi criado te llevará una escala de cuerdas para poder yo subir por ella hasta la cima de mi felicidad. Adios y séme fiel. Yo te lo premiaré todo. Mis recuerdos á Julieta.
Bendito seais. Una palabra más.
¿Qué, ama?
¿Es de fiar vuestro criado? ¿Nunca oisteis que á nadie fia sus secretos el varon prudente?
Mi criado es fiel como el oro.
Bien, caballero. No hay señorita más hermosa que la mia. ¡Y si la hubierais conocido cuando pequeña!... ¡Ah! Por cierto que hay en la ciudad un tal Páris que de buena gana la abordaría. Pero ella, bendita sea su alma, más quisiera á un sapo feísimo que á él. A ve-