Esta carta confirma las palabras de este bendito fraile. En ella habla Romeo de su amor y de su muerte: dice que compró veneno á un boticario de Mántua, y que quiso morir, y descansar con su Julieta. ¡Capuletos, Móntescos, esta es la maldicion divina que cae sobre vuestros rencores! No tolera el cielo dicha en vosotros, y yo pierdo por causa vuestra dos parientes. A todos alcanza hoy el castigo de Dios.
Montesco, dame tu mano, el dote de mi hija: más que esto no puede pedir tu hermano.
Y aún te daré más. Prometo hacer una estatua de oro de la hermosa Julieta, y tal que asombre á la ciudad.
Y á su lado haré yo otra igual para Romeo.
¡Tardía amistad y reconciliacion, que alumbra un sol bien triste! Seguidme: aún hay que hacer más; premiar á unos y castigar á otros. Triste historia es la de Julieta y Romeo.