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O T E L O.
YAGO.
Y tiene trazas de ser alegre y saltadora como un cabrito.
CASIO.
Me parece lozana y hermosa.
YAGO.
Tiene ojos muy provocativos. Parece que tocan á rebato.
CASIO.
Y á pesar de eso, su mirada es honesta.
YAGO.
¿Has oido su voz tan halagüeña que convida á amar?
CASIO.
Ciertamente que es perfectísima.
YAGO.
¡Benditas sean sus bodas! Ven, teniente mio: vaciemos un tonel de vino de Chipre á la salud de Otelo. Allá fuera tengo dos amigos que no dejarán de acompañarnos.
CASIO.
Mala noche para eso, Yago. Mi cabeza no resiste el vino. ¿Por qué no se habrá inventado otra manera de pasar el rato?
YAGO.
Es broma entre amigos. Nada más que una copa. Lo demas lo beberé yo por vos, si os empeñais en decir que no.
CASIO.
Esta noche no he bebido más que un vaso de vino y