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OTELO.

guardarle bien y con tanto cariño cómo á las niñas de tus ojos, porque igual desdicha seria para tí perderlo que regalarlo.

DESDÉMONA.

¿Será verdad lo que cuentas?

OTELO.

Indudable. Hay en esos hilos oculta y maravillosa virtud, como que los tejió una sibila agitada de divina inspiracion. Los gusanos que hilaron la seda eran asimismo divinos. Licor de momia y corazon de vírgen sirvieron para el hechizo.

DESDÉMONA.

¿Dices verdad?

OTELO.

No lo dudes. Y haz por no perderle.

DESDÉMONA.

¡Ojalá que nunca hubiera llegado á mis manos!

OTELO.

¿Por qué? ¿Qué ha sucedido?

DESDÉMONA.

¿Por qué hablas con tal aceleramiento?

OTELO.

¿Le has perdido? ¿Dónde? Contéstame.

DESDÉMONA.

¡Favor del cielo!

OTELO.

¿Qué estás diciendo?