Página:Dramas de Guillermo Shakespeare.djvu/454

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OTELO.
YAGO.

No: es mejor dejar que la naturaleza obre y el delirio pase, porque si no, empezará á echar espumarajos por la boca, y caerá en un arrebato de locura. Ya empieza á moverse. Retírate un poco. Pronto volverá de su accidente. Despues que se vaya, te diré una cosa muy importante. (Se va Casio.) General, ¿os duele aún la cabeza?

OTELO.

¿Te estás burlando de mí?

YAGO.

¿Burlarme yo? No lo quiera Dios. Pero quiero que resistais con viril fortaleza vuestro infeliz destino.

OTELO.

Marido deshonrado, más que hombre, es una bestia, un mónstruo.

YAGO.

Pues muchas bestias y muchos mónstruos debe de haber en el mundo.

OTELO.

¿Él lo dijo?

YAGO.

Tened valor, general, pensando que casi todos los que van sujetos al yugo, pueden tirar del mismo carro que vos. Infinitos maridos hay que, sin sospecha, descansan en tálamos profanados por el adulterio, aunque ellos se imaginan tener la posesion exclusiva. Mejor ha sido vuestra fortuna. Es gran regocijo para el demonio, el ver á un honrado varon tener por casta á la consorte infiel. En cambio, al que todo lo sabe, fácil le es tomar venganza de su injuria.