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OTELO.
YAGO.
Síguela.
CASIO.
Tengo que seguirla. Si, no, alborotará á las gentes.
YAGO.
¿Y cenarás con ella?
CASIO.
Pienso que sí.
YAGO.
Allí os buscaré, porque tengo que hablaros.
CASIO.
¿Vendreis á cenar con nosotros?
YAGO.
Iré.
OTELO.
(A Yago.) ¿Qué muerte elegiré para él, Yago?
YAGO.
Ya visteis con qué algazara celebraba su delito.
OTELO.
¡Ay, Yago!
YAGO.
¿Visteis el pañuelo?
OTELO.
¡Era el mio!
YAGO.
El mismo. Y ya vereis qué amor tiene á vuestra insensata mujer. Ella le regala su pañuelo, y él se le da á su querida.