ré en todo lo malo, y para poco he de ser, si no supero á mis maestros.
Señores: mi amo Antonio os espera en su casa, para hablaros de negocios importantes.
Largo tiempo hace que le buscamos. (Sale Túbal).
Hé aquí otro de su misma tribu: no se encontraria otro tercero que los igualase como no fuese el mismísimo demonio. (Vanse).
Túbal, ¿qué noticias traes de Génova? ¿qué sabes de mi hija?
Oí noticias de ella en muchas partes, pero nunca la ví.
Nunca ha caido otra maldición igual sobre nuestra raza. Mira: se llevó un diamante que me habia costado dos mil ducados en la feria de Francfort. Dos mil ducados del diamante, y ademas muchas alhajas preciosas. Poco me importaria ver muerta á mi hija, como tuviera los diamantes en las orejas, y los ducados en el ataud. ¿Pero nada, nada has averiguado de ellos? ¡Maldito sea yo! ¡Y cuánto dinero he gastado en buscarla! ¡Tanto que se llevó el ladrón, y tanto cómo llevo gastado en su busca, y todavía no me he vengado! Cada dia me trae una nueva pérdida. Todo género de lástimas y miserias ha caido sobre mí.