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Página:Duayen Stella.djvu/179

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STELLA 13 los beneficios» decía papá, que no los olvidaba nunca, acentuó Alejandra, con esa voz que titilaba como una luz al viento, cada vez que nombraba á su padre.

—¡La gratitud! he aquí una figura que se esconde. Y tanto, que cuando un cachafaz co- mo éste—dijo Máximo dando un golpe afec- tuosísimo en el hombro de Alberto-nos mani: fiesta que se da el voble lujo de cortejarla, hace la impresión de cortejar á una desapa- recida,

—¡Pobre don Goyo! exclamó también Mon- tana, en el que vió Alex una expresión que se lo hizo simpático. Siempre que iba 4 mi es- critorio, era para pedir por alguien,

Enrique llegó para advertirles que se ser- vía el lunch en el salón. Allí se dirigieron. Montero y Espinosa, domivado por el vértigo que le producía Alex, iba 4 cometer uma im- prudencia. Máximo la previno adelantándo- se y dando 4la joven su brazo.

Montero entendió, y ofreció el suyo á Isabel.

Señorita Fussller, ¿qué opina usted de nuestras renniones hípicas? preguntóle un se- Aor apasionado del Jockey Club.

—¡Bspléndidas! espléndidas, como todas sus fiestas, ¡Qué sorpresa y que venganza para los que ignoran América!

— ¡Nosotros estamos enamorados de su país! dijo Dina Nordolj.

Montana traía un ramo de rosas; seis nada más, pero seis rosas de Francia soberanas.