STELLA 199
—¿Xo, no es verdad que no? dijeron los otros consultando, en su alarma.
Elvirita, cuya suavidad no se alteraba mun- <a, corrió 4 su abuela:
—¿No es verdad, abuelita, que es en coche que iremos?
—Sí, mialma, déjala no más á aquella zán- gana, le contestó dándole un beso de despe- dida.
Fué la señal: se abalanzaron las madres á llenar 4 sus hijos de caricias y recomenda- ciones, que ellos recibían sonrientes y distr: dos: «No vaya á dejar, Alex, á alguno de nosotros. ¡Somos tantos!» pensaban
Emilio cargó á Stella, quien abrazada de misia Carmen le babía dicho:
—¿Sábes que voy á ver el mar? Anda tú pronto también, abuelita, y llévanos á tío Luis.
—Vamos, dijo Alex.
Sin confusión, conversando muy animados, en perfecto orden, fué saliendo la infantil precioss:caravano:
Alex esperaba á que lo hicieran todos, con- duciendo de la mazo á Lolita que era la más chica, y 6 Julito que era el más tra- vieso. ds —Esperen, volvió á decir 4 los niños, que se detuvieron como uno solo. Aquí viene miss Mary muy apurada para despedirse de ustedes. Cada uno da un beso, pues, á su primera maestra,