8 STELLA ca yo la conozco. He pensado tanto en ella, que está conmigo.
—¡No está contigo: tn eres la Gloria! excla- mó Máximo. ira las flores, los árboles, el mar, qué lindo es todo.... qué lindos son mis primi 108. ... y todo esto no es más que la tierra, padrino; ellos no son sino unos niños. .... ¿No comprendes tú cómo es el cielo... cómo son los ángeles? Dile á Alex que te lo explique.
Máximo tomó sus manitos, y las apre- tó nerviosamente entre las suyas, tratando de contener el desbordamiento de esa men- te en una exaltación que era casi un és taxis. Al transfiguraMla, hacíala realmente celestial,
El tuvo en ese instante ante sí, la larga ruta obscura del futuro, que el ojo del hom- bre no alcanza á penetrar, como si hubiese sido alumbrada por una luz que emanara di- rectamente de la niña, y la vió patente, con sus ojos cerrados como hacía un instantes pero más serena aún, más pálida y más in- móvil
La voz de ella se interpuso como una som- bra clara, y él despertó.
—Padrino, todos son buenos conmigo: ¿por quéno son todos buenos con Alex? ¿Por qué no la quieren todos 4 ella, que es más linda, más buena, más grande que yo?
—Es más grande sobre todo, murmuró Máximo, en cuyos labios apareció en el acto