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Página:Duayen Stella.djvu/312

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306 SILLA Alex levantaba algo blanco para que lo viera Stella desde lejos; ésta adivinando bien lo que era, estiraba desde ya los brazos para recibirlo. Máximo encontrábase en la tribulación, pues habían convenido”con la niña, que a


estaba en su poder. Antes que llegaran, abrió su reloj, y en él lo encerró,


¡Tenemos hambre! dijeron los niños que venían corriendo.

—Y yo también, observó Alex,

Se sirvió en la terraza. Al principio comíam silenciosos las ricas cosas con que los convi- daba el tío, pero cuando el hambre se fué, llegó la charla con su cortejo de risas,

—A ver, Muschinga, ven para acá. dijo Má- ximo. ¿Qué preñeres: las uvas, las naranjas 6 las bananas?

La negrita pensó un momento muy seria, y contestó, subrayando una por wna de sus preferencias.

—Las bananas, las naranjas y las uvas.— Hizo un revoloteo muy blanco de ojos, reco- rriendo todo lo que había sobre la mesa, y añadió: —Me gustan también otras cosas. ...

Queriendo prolongar la nota cómica, el dueño de casa levantó un bizcochuelo enor- me, blanco y decorado como una torta de boda, y se lo presentó. La Muschinga miró, Para cerciorarse de que no era broma, y des. pués, con toda desfachatez, tomó en sus dos