39 STELLA. londrina mojadas por la lluvia; las lágrimas estancadas empezaron á caer una á una de sus ojos, rodando hasta sus manos inmóviles, y descargándole desu peso el corazón. Pare- cíale que después de un largo invierno cruel, Alejandra llegaba trayendo consigo la tibia estación delos deshielos; que la mano blanda que se pesaba ahora sobre su cabeza enloque- cida, ln sacaba de un abismo en que hubiera estado suspendida, luchando entre el vértigo y el terror.
Una sola exclamación patética, una sola tirada dramática, no habían salido de esos labios en for que exhalaban la salvación como su propio aliento. No había dejado escapar uno solo de esos pensamientos nue- vos, originales y profundos, que sin darse ella cuenta, brotaban espontáneos y atrevi- dos de sí misma, y quedaban flotando en otros espíritus altos, hasta que una vez hecho el trabajo de absorción asentábanse en ellos para permanecer. La niña madre no los hu- biera comprendido.
jHablar de perdones misericordiosos á la criatura abandonada que tenía tanto que perdonar! .. ¡Explicarle el significado de «rehabilitación», abrumadora palabra para tan pequeña frente!
No; pronunció en la lengua de esa alma primitiva, taa solo palabras sencillas, trans- parentes y familiares, las únicas que sabrían abrirse su camino para llegar hasta ella. Era