sl STELLA pie sobre la banqueta, y abstratlo miraba 4 lo lejos...
La joven pudo examinarlo eu plena luz, eu uno de esos raros ntomentos en los cuales se es para los otros, lo que se es realmente, Con la cabeza levantada, un poco inclinada á la derecha, serio y silencioso, tenía aire pensador y dominante. Habíase sacado el sambrero; sus cabellos emblanquecidos en las jenes, movíanse al aire y dejaban descu- bierta toda la frente de líneas nobles, que hacía más amplia la escasez de esos cabellos. La nariz pronunciada y algo gruesa, expre- sabala fuerza y la sensualidad, mientras que bajando, la mirada encontraba una boca grande y rosada. Boca de bondad indulgen- te; de inmensa bondad triste.
Absorbido por el pensamiento que lo ale- jaba, no se preoenpaba en reprimir la fuerza de expresión de sus ojos, que pareció á Ale- jandra de tal potencia, que no recordaba ha- berla visto igual en otros. Grandes, abiertos, un poco salientes, sus pupilas eran dos ge- mas verdes y transparentes que tenían las reberveraciones del mar, y atravesaban de parte á parte las fechas de la luz, Todo Máximo estaba en sus ojos; todas sus ener- gías, sus vibraciones, su inteligeacia, su pen- samiento, su generosidad, su altivez, sus pa- mes, su potencia intelectual había que bus- carlas alli El cuello, corto, grueso, ví- goroso, moreno, menos pálido que su cara,