so STELLA
Buscó Máximo á Alex, y tuvieron una son- risa de placer sus labios, al encontrarla al, extendida muellemente 4 sus pies, sobre la hierba, Su vestido blanco, su tez rosada y sus cabellos rubios, hacíanla parecerse á una for disciplinada más grande que las otras.
Creyéndola dormida, no quiso despertarla; mirándola. esperó. Al rato abrió ella los ojos y con la lentitud que tenían sus movimientos ese día, se incorporó, alisó sus cabellos y le sonrió.
—¡Felices días, querido amigo!
— ¡Qué feliz me ha hecho usted hoy, Alex! Por lo suyo, y por lo que es reflejo suyo.
Despojándose de la indolencia extraña, pú- sose de pie, ágil y esbelta. Le pareció hermo- sísima de expresión, de movimiento, de color.
—Es usted una joven driada, díjole al con- templarla ante él en todo el desemvolvimien- to de esa hermosura, Su encanto ha existido siempre, pero su belleza ha brotado con los árboles,
—Una driada!...... es una aspiración. Agre- garse 4 la vida de un árbol, sentirse raíces en el suelo, librarse de cargas. .... de respon- sabilidades...... de incertidumbres. .... Correr su suerte, unir nuestros destinos. ...
Usa inflexión de su voz hízole entrever que se sentía rozada por esa incertidumbre mue- vamente, No quiso preguntar el motivo que