ES STELLA
puvaba, hasta que notaron las grandes muu- cbas rojas que se extendían sobre su bata blanca, y 4 Máximo, blanco como esa bata, tratando de estancar la sangre con su pe Anelo,
Como si 4 su vez hubieran sido ellos herí- ¿los'en el corazón, lanzaron unidos un grito de horror que cra un lamento!
Chochita había visto morir un día un pa- jarito; un emixto» que Carlitos hiriera con su honda, y que Alex recogiera para calentar en su seno. Estaba herido de muerte, y ago- nizaba en sus manos... filla recordaba que el pajarito abrió los ojos muy dilatados, se estremeció, con una gracia infinita, dobló lo cabecila, y expiró..... Al ver hacer lo mis» ino 4 Stella, ú cuyo lado se encontraba, gritó: «¡Se murió Stellal
Alejundra oyó 4 la niña y en el acto com- prendió... .. Otro grito salió de eu» entrañas, y perdiendo sungre siempre por la rasgadura de su frente, se lanzó sobre su criatura des- mayada.
Máximo quedósc atontado en su sitio; en exc momento de ofuscación le pareció que aucahaba de cometer un doble homicidio. Al- hertito lo vió hacer, un momento después, un geato de desesperación y uendió 4 calmarlo
—Máximo, tío, no te desesperes. Rauch ha ido 4 buacar el médico ul pueblito... Es un médico excelente, que Wernicke now ha reco-
