STELLA an
Se charl6, se hicieron programas. Isabel anunció, mirando á Montero su vecino de ruesa, que solamente hasta el quince de Abril permanecerían en el Ombá
Alberto con sus bromas y Ana María con sus risas aumentaban el buen humor de los demás.
Máximo animó á Alberto 4 ir con €l hasta Chile,
—¿Cuándo te vas? le preguntó éste.
—El jueves mañana me voy á Buenos Aires
—Veré si puedo. .
—Yo te allanaré cualquier dificultad, le respondió en voz baja Máximo, que estaba 4 sulado, y conocía la clase de dificultades de su sobrino político, á quien quería mucho.
Montero dijo 4 Máximo:
—Le advierto que me agrego 4su comiti- va. Me voy también yo 4 Chile con usted
Se necesitaba todo el disimulo de la buena educación, para que aquella reunión conti muara en el mismo tono de jovialidad hasta el fin de la comida.
La resolución manifestada por Montero y Espinosa, en voz alta y cortante, en mo- mentos en que se esperaba una resolución bien diversa, cayó como una bomba, que hirió mortalmente 4 la hija y á la madre, y llenó 4 los otros de una sorpresa indig- nada.
E
noche partió Montero para Buenos